Un verano sin Festival de Viña: Reflexiones desde la Nostalgia

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De no haber existido pandemia, al momento de aparecer este artículo estaríamos disfrutando de una nueva edición del Festival de Viña del Mar. Desde que soy columnista de Fotech, todos los años le he dado particular importancia al evento, escribiendo al menos un artículo con la previa, uno de análisis para cada jornada y otro con el recuento. Este año no pude continuar con esta noble y hermosa tradición……porque no hubo Festival producto de la crisis sanitaria que a nivel mundial detuvo otros eventos masivos como el Carnaval de Río, Lollapalooza, Glastonbury, el Festival de Eurovisión y los Juegos Olímpicos de Tokio.

Como era de esperarse, surgió en diversos medios la pregunta de “¿echa de menos el Festival?”. Y aunque los haters y trolls históricos del evento no han ocultado su complacencia, hay otros tantos que si lo han extrañado y mucho. Estamos los que lo hemos seguido año tras año; aquellos para los cuales el Festival es el hito que marca el fin de la temporada estival y el inicio del año laboral; la industria turística de Viña Del Mar, que se vio privada de quizás su pilar más decisivo; y el gobierno, pues la semana festivalera suele funcionar como una tregua mediática en la cual la opinión pública le suelta la mano y pueden respirar tranquilos un rato….algo que le habría venido de perillas después del recital de embarradas y disparos al pie (expulsión de inmigrantes, inicio del año escolar, autosabotaje del proceso de vacunación) de los últimos días.

A pesar de todo lo anterior, creo que la decisión de suspenderlo resultó acertada, pues la pandemia está lejos de estar controlada. La ciudad de Viña del Mar está en fase de transición, aunque por momentos con harta cara de cuarentena total. Recién empezó el proceso de vacunación y hay que esperar su desarrollo para ver cuándo podremos volver a una “nueva normalidad”, porque a la antigua ya no hay retorno posible.

¿Cómo habría sido Viña 2021? Difícil saberlo, pues ni siquiera tuvimos posibilidad de especular con la parrilla de artistas. Apenas se alcanzaron a mencionar a Coco Legrand y Bombo Fica como cartas en el humor. Lo que sí me atrevería a aventurar es que habría estado marcado por la contingencia como en el 2020. Con año electoral y convención constituyente funcionando, habría sido ingenuo insistir en aislar al evento de la realidad nacional, y con toda certeza habríamos tenido cantantes y comediantes pronunciándose al respecto. Además, habría sido la primera edición con nuevo edil, pues la alcaldesa Reginato no tenía posibilidad de reelegirse.

¿Cómo sería un eventual Festival de Viña 2022 en caso de realizarse? Claramente se tendrá que replantear todo: el número de jornadas, la duración de los shows, las competencias, etc. Habría que pensar en propuestas como la del reciente Festival de Las Condes, con una Quinta Vergara con un aforo parcial o totalmente compuesto por pantallas. Esto significaría ni más ni menos que la muerte del “Monstruo”, y con ello la pérdida de una buena parte de la mística del evento. Por mucho que se diga que en los últimos años se “regalaban” las Gaviotas, la sola posibilidad de que algún artista (en particular los comediantes) fuese “devorado” alimentaba el morbo y la atención mediática. Cabe preguntarse del destino del criticado show de Álvaro Salas en el Festival de Las Condes de haberse presentado ante una Quinta Vergara repleta. Con un “Monstruo” encapsulado en pantallas LED, Viña dejaría de ser ese escenario desafiante que era parada obligada para cualquier gran artista de habla hispana y donde los artistas emergentes se jugaban su carrera.

Otro tema clave será revisar la relación del evento con una industria de la TV abierta en crisis permanente. Viña es un evento caro y arriesgado, por lo que resultará cada vez más difícil que pueda ser sostenido por uno o más de los cuatro canales grandes. Probablemente habrá que pensar en otro tipo de relación, en donde los canales solamente pongan la señal y los animadores, y el resto sea gestionado de otra forma.

Respecto del show, creo que ya va siendo hora de refrescar la parrilla de artistas. Tal como quedó demostrado en la versión 2020, hay muchos artistas chilenos en perfectas condiciones de pisar este escenario con propiedad, en particular aquellos que, por diversos motivos, no lo han hecho aún: Ana Tijoux, Los Vásquez, Chico Trujillo, Alex Anwandter, Princesa Alba y Paloma Mami. Respecto a los extranjeros, sería bueno que los números repetidos tipo Chayanne, Arjona, Solís y otros den paso a artistas emergentes como Rosalía, Natalia Lafourcade, Jorge Drexler y otros. Finalmente, dada la raigambre que tiene en Chile, sería una jugada interesante abrirle las puertas del festival al pop asiático, en particular el coreano, para así atraer a las  nuevas generaciones al evento.

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