Críticas Dia a Dia del Festival de Viña 2023 para Fotech.cl
Jornada1 (Domingo 19) La noche donde se impuso la sororidad
Conductores: Justos y precisos. Se nota el oficio.
Karol
G: Quedé gratamente impresionado. Es mucho más que la “Reina del
Género Urbano”. Es una artista de verdad, una bestia del escenario. Alternó
perreo intenso con pop de gran nivel, donde incluso se atrevió con canciones
acústicas. Tenía DJs y pistas, pero también instrumentistas de verdad, en
especial la baterista y la guitarrista. Su show tuvo tres momentazos: la
aparición del urbano chileno Cris MJ para cantar “Una Noche en Medellín”, la
Gaviota de Oro a Matilda y, en especial, el retorno de Myriam Hernández después
de 17 años para cantar a dúo “El Hombre que yo amo”. Aparte de sus cualidades
como artista, Karol conquistó con su simpatía y honestidad en el escenario. Da
gusto ver un show donde se nota que la artista muestra genuina alegría y
disfruta de lo que está haciendo. La doble gaviota se quedó corta para ella.
Pamela
Leiva: La hemos subestimado todos estos años. No era fácil salir
después del pedazo de show de la Bichota, y Pamela rompió el hielo con
facilidad. Hizo gala de desplante, chispeza, picardía y oficio. Construyó una
sólida rutina a base de reírse de sí misma, de situaciones por las que seguramente
sufrió en su momento. Su ex esposo se fue más funado que Piqué. Cargada al
garabato y al doble sentido, lo que resulta esperable en horario para adultos.
Además, incluyó un involuntario homenaje a Los Indolatinos y un baile final con
Fabrizio, Thiago y un recuerdo del Axé. Doble gaviota más que merecida. Da
gusto ver que la gente buena, honesta y esforzada cumpla sus sueños.
Paloma
Mami: Paloma tuvo que lidiar con demasiados imponderables. Partió a
la hora del níspero, la apuraron, les negaron el acceso a sus artistas
invitados y con muchos problemas de audio (¿habrán llevado al sonidista de
“Rojo”?). Sumamente injusto para una de las líderes actuales de la escena
nacional, con un público que se quedó en masa a esperarla. Todo ello deslució
una puesta en escena digna de artista clase A, con un cuerpo de baile que no
tiene nada que envidiarle a los de los urbanos extranjeros. Hizo bien en juntar
experiencia y repertorio para llegar a este escenario. Si a los 23 años es
capaz de montar este nivel de show, habrá que prepararse para lo que hará
después. Merecida doble gaviota.
Notas
aparte: 1) Hay que pensar seriamente en incluir a los DJ como parte
integral de la orquesta; 2) Myriam Hernández tiene que volver con show propio
el 2024. Es una artista respetada por su trayectoria e idolatrada por sus
colegas más jóvenes que la consideran una maestra y una referente. Suma una
colaboración con Javiera Mena y apariciones en shows de Mon Laferte y ahora
Karol G.
Jornada2 (Lunes 20): ¿A quién le importan Maná y Yerko Puchento?
Conductores:
Como los buenos arbitrajes de fútbol. Si se notan poco y actúan cuando
corresponde, es porque lo hicieron bien. Notable Martín acusando recibo del
condoro con las selfies de la primera jornada.
Tini
Stoessel: Mucho más de lo que esperaba. Una puesta en escena super
profesional y atractiva; un repertorio variado, donde demostró dominio de los
códigos del rock, pop, balada y lo urbano. Había pistas y autotune, pero
también músicos de verdad. Tini demostró ser una performer notable. Creo que a
estas artistas teen se las subestima artísticamente. Son profesionales de puta
madre, consagradas al 1000% a su arte, humildes, creíbles y respetuosas de la
gente que paga una entrada para verlas. Se merecía la doble gaviota.
Diego
Urrutia: R-E-S-P-E-C-T. Una rutina sólida y consistente, y mucho
más comprensible de lo esperado para los no centennials. Llamativo considerando
que tuvo menos de una semana para prepararla. Mostró gracia, personalidad y una
pasmosa tranquilidad y relajo en una instancia en la cual les “tirita la pera”
a tipos avezados con años de trayectoria. Le tocó un público sumamente
apañador, empático y buena onda. Recuerdo que, en una entrevista hace años en
la Radio Cooperativa, le preguntaron a Enrique Pinti (QEPD) si le gustaría ir
al Festival de Viña, y respondió que no, porque “se cagaba de miedo”. Hablo de Enrique
Pinti, el comediante número uno de Argentina, inspirador de muchas de las
mejores rutinas de Coco Legrand. Este pendejo de Temuco aceptó ir con menos de
una semana de antelación a ese mismo escenario, se paró con personalidad y
triunfó a lo grande. Admirable es poco decir. Merecida la doble gaviota.
Emilia
Mernes: D-I-O-S-A. Sumamente atractiva, carismática, canta y baila
como los dioses, y con oficio. Se notó que ya conocía este escenario. Se puede
decir lo mismo de ella que de los shows de Karol G y Tini, aunque en el caso de
la ex vocalista de Rombai hubo mucha mayor dosis de “perreo”, con
colaboraciones en vivo con créditos de la escena urbana argentina como Rusherking
y el dúo MYA. El público apañó y se quedó a verla. Espectáculo que no tiene
nada que enviarle al de ninguna ídola teen anglo. Otra doble gaviota merecida.
Notas
aparte: 1) A la larga, salimos ganando. Mucho mejor ver a las encantadoras
y refrescantes Tini y Emilia que a un grupo como Maná que hace años que no
propone nada nuevo y que se está transformando en una banda tributo de sí
mismo; 2) Yerko Puchento, el ícono de la irreverencia televisiva, quedó para la
historia como “arrugón” por los siglos de los siglos. Como señaló Fabrizio
Copano en un programa de You Tube, el mismo que por años desafió a los
“poderosos” terminó arrancando de un fandom adolescente supuestamente
“intolerante” que resultó ser simpático, apañador y lleno de buena onda.
Jornada
3 (Martes 21): El extraño retorno del Monstruo de toda la vida
Conductores:
Primer bache: el manejo de la situación de Belén Mora no fue el más afortunado.
La Gaviota de Plata se sintió forzada.
Alejandro
Fernández: Show potente y sólido. El “Potrillo” llego en buen
estado, acompañado de una banda virtuosa y eficiente, e hizo lo que suelen
hacer los artistas mexicanos en el Festival: mezcla de baladas, pop y harto
mariachi. Solamente le faltó la canción de Juan Gabriel. Nada muy diferente a
lo visto en sus anteriores actuaciones. Se ganó sin sobresaltos la doble
Gaviota. Tuvo dos polémicas: 1) la interpretación de la canción rancheras “Mátalas”,
con una letra que incita claramente al femicidio, que causó escozor entre algunas
mujeres; 2) el descarado y patriarcal coqueteo del “Potrillo” a la modelo Rubia
Soares cuando esta le entregó las Gaviotas de Plata y Oro. En ambos episodios
se notó la impronta mariachi de Alejandro Fernández, hijo de una machista
patriarcal recalcitrante como el fallecido Vicente Fernández. La cultura mariachi
es machista y patriarcal por antonomasia, y hay cientos de canciones, alguna de
ellas verdaderos clásicos, que responden a ello.
Belén
Mora: Tuve un mal presentimiento en torno a ella. Se levantó en
Twitter una campaña fuerte en su contra de parte de sectores de ultra derecha
que no le perdonan su discurso político durante el Estallido Social. La falta
de aplausos y las pifias cuando se mencionó su nombre al inicio de la jornada
evidenciaron que ese ambiente tóxico se había contagiado al público. Su inicio
estuvo marcado por una tensa calma. Comenzó algo lenta, pero de a poco fue sacando
risas con su histriónico y descarnado relato. Intentó emular la recordada
historia del Titanic de su exitoso paso por Olmué. Iba bien hasta que llegó a
la confusa parte de la ensalada donde definitivamente se fue todo al carajo,
con un remate poco afortunado que me recordó al de la primera vez de Pedro
Ruminot. La gaviota de plata se sintió forzada. Belén pudo, y quizás debió,
aceptar la de oro que también se la estaban forzando e irse, pero optó por
tratar de ganársela y salió para atrás. Su intento de bis encontró a un
monstruo fastidiado que la tapó a pifias. Belenaza no alcanzó a ser devorada en
propiedad, pero claramente le sintió el aliento y le vio en primer plano la
lengua y los dientes al Monstruo. Fue bastante más que el fiasco de Jani Dueñas
y que el reciente mal paso de Nathalie Nicloux en Olmué, pero bastante menos
que el citado primer show de Ruminot. Sinceramente, esperaba más de ella. Más
allá del objetivo ambiente en su contra creado artificialmente desde redes
sociales, y de un público que esperaba a Los Jaivas (y que comprensiblemente quería
que “la hiciera cortita” para que la banda viñamarina no saliera tan tarde),
algo falló en su puesta en escena. Le faltó la contundencia, el oficio y la
cancha que le sobraron en Olmué. Quizás hasta algo de la humildad de los
artistas que la antecedieron. Tal vez la supuesta “parada de diva” con que
llegó al evento le jugó en contra…aunque por otro lado me llamó la atención la
madurez y el desapego con que se tomó todo esto en entrevistas posteriores,
donde reconoció abiertamente y sin anestesia lo que sucedió.
Los
Jaivas: Una pena que, a pesar de todas las prevenciones que se
tomaron, hayan salido tan tarde. Su show en el marco de sus 60 años de
trayectoria merecía un mejor horario. Un espectáculo virtuoso, a la altura de la
leyenda de los denominados “Pink Floyd andinos”. Doble gaviota, las llaves de
la ciudad, y una merecida Gaviota de Platino por su trayectoria. Si hubieran
nacido en un país angloparlante, hace rato que estarían en el Salón de la Fama
del Rock and Roll.
Notas
aparte: 1) Nos equivocamos todos. A la larga, Belén no fue tan
“afortunada” de no tener que lidiar con público centennial, sino más bien lo
contrario. Tal como señaló el periodista musical Julio Osses en “La Voz de los
que Sobran”, se instaló un error conceptual tremendo respecto del público
centennial como “intolerante”. En las dos primeras jornadas el público joven se
mostró apañador, simpático y con un buen rollo increíble. El monstruo
intolerante, duro, mal educado, hasta tóxico, fue el de esta jornada, el
adulto. Fue el Monstruo de siempre, el que justifica ese mítico apodo. 2) ¿Había
posibilidad de que los Jaivas abrieran? Era lo que merecían por respeto a su
edad y su trayectoria, pero quizás resultaba muy arriesgado en términos de rating.
Jornada 4 (Miércoles 22) El agradable retorno del buen rollo
Conductores:
Anduvieron piola nuevamente. Sin mayores problemas. La jornada no se los puso.
Fito
Páez: Sus casi seis décadas de vida se evidenciaron en la notoria
baja de registro de su voz. Ya no llega a las notas más altas. Sin embargo,
logra manejar bien ese caudal de voz. Un espectáculo sólido, con una banda de
apoyo compuesta por músicos de verdad y un repertorio lleno de “sandías
caladas” y clásicos del rock latino dieron vida a uno de los mejores shows del
evento hasta ahora. A estas alturas Fito es un clásico, es una leyenda, pero a
la vez es un artista plenamente vigente en el escenario actual de la industria
musical, y que ha dado muestras de empatía y apertura de mente. Merecida doble
gaviota.
Rodrigo
Villegas: Al igual que en el 2017, Villegas fue una “máquina” sobre
el escenario. Acertó en todos los aspectos en donde falló la Belenaza la noche
anterior. Rutina contundente, rápida, vertiginosa, sin respiro, sin “paja
molida”, llena de asertividad y apelando constantemente a la memoria colectiva.
Hizo un hábil uso de apoyos multimedia, como en lo del anuncio de You Tube de Eduardo
Fuentes que interrumpía el karaoke. La parte en la que, golpeando el micrófono,
ilustró lo que se podía hacer en un minuto de intimidad, rozó la genialidad.
Para más remate, Villegas tiene ángel, es humilde, simpático y sabe reírse de
sí mismo, como en la parte de la selfie con la difunta Olivia Newton-John.
Doble gaviota más que merecida. Hizo colapsar el sitio web de la Academia de
DJ. ¿Humor escatológico y de doble sentido? Si, y muy bien logrado. No nos
hagamos los mojigatos. Hasta los sacrosantos Les Luthiers lo hacen ¿Es la
reivindicación de Morandé con Compañía? Tal vez, pero el de los últimos
tiempos, el de “El Muro”, que era un humor más sano y creativo. No el del humor
revisteril y tóxico de la época dorada.
Rels B:
Otra agradable sorpresa de esta edición. Esta especie de “hermano menor” de C
Tangana contratado a último momento no fue el trapero duro y tóxico que muchos
esperaban. Sorprendió con un show sobrio, sin cuerpo de baile, apoyado por
músicos de verdad y una corista de miedo, y donde si hubo pistas de apoyo, se
notaron muy poco. Rapea con gracia y canta afinado. Música agradable al oído,
con líricas honestas. Tal como Paloma Mami y Emilia, actuó ante una Quinta
repleta, o al menos con su poco público muy bien repartido. Una pena que le
hayan dado en los hechos solamente media hora al final de una jornada, pero eso
le bastó y sobró para marcar presencia y ganar su merecida doble gaviota. Hay
que traerlo en dos o tres años más abriendo una jornada y con más tiempo para
mostrar su arte.
Notas
aparte: Después del flashback al pasado de la noche anterior, me
dio gusto volver a la buena onda y al apañe de las dos primeras jornadas. Hasta
ahora, y en contra de todos los pronósticos, la única noche difícil e incómoda fue
la de los artistas “vintage”. El público centennial ha sido una taza de leche.
Las salidas de madre corrieron por cuenta de Alejandro Fernández con su canción
incitando al femicidio y su coqueteo a la modelo.
Jornada 5 (Jueves 23) Viña se convirtió en el medio tiempo del Super Bowl
Conductores:
Lamentablemente, fueron el punto bajo de una jornada memorable. De partida, el
bochornoso diálogo en inglés con Christina Aguilera que rememoró el fiasco de
Rafael Araneda y Eva Gómez con Elton John el 2013; y luego la falta de manejo
(enojo de María Luisa incluido) de la previsible situación posterior al show de
la estadounidense, que llevó a que Fabrizio Copano tuviera que lidiar injusta e
innecesariamente con el público en contra en el inicio de su show.
Christina
Aguilera: Creo que no quedan duda acerca de cuál será el mejor show
de Viña 2023. Xtina fue todo lo se espera del artista anglo de Viña, y aún más.
Puesta en escena de nivel mundial, digna de una artista que juega en otra liga.
Banda extraordinaria, ballet de primer nivel y unas coristas impactantes, con
voces tan portentosas como las de la propia cantante. La rival histórica de
Britney lucía espectacular, como toda una Queen. Tal vez ya no hace
coreografías tan movidas como en sus veintes, pero se ve igualita, y mantiene
intacta su extraordinaria voz. Partió con sus clásicos de su época de ícono
teen como “Dirrrty” y “Genie in the Bottle”, para luego incursionar con gracia
y acierto en la música en español y el género urbano. El mejor momento para mí
fue cuanto interpretó esa obra maestra de la música pop llamada “Lady
Marmalade”. El mejor espejo posible para artistas como Nicki Nicole y Emilia,
que tuvieron la oportunidad de ver en primera fila el nivel de show al que
pueden llegar si siguen por la senda del profesionalismo. Y para más remate,
simpática y con gran disposición. La doble gaviota fue muy poco para ella. Su
show estaba cronometrado y cumplió rigurosamente.
Fabrizio
Copano: Le tocó agarrar un fierro caliente que no se esperaba: un
Monstruo despierto y molesto. Para cualquier otro comediante del planeta, salir
a actuar después del pedazo de recital de Xtina hubiera sido un desafío
temible. En ese escenario, Fabrizio dio muestras de su proverbial oficio, y en
menos de cinco minutos lo dio vuelta y tuvo al público comiendo de su mano.
Luego de eso, se mandó una rutina sólida, donde demostró que no ha perdido el
link con el humor chileno a pesar de sus años en la tierra del stand up. Regalo
perlitas de comedia negra, habló de la contingencia sin miedo, palanqueó con
todo a Boric (pero lo dejó muy bien parado) y hasta se dio el lujo de aludir a
la por estos días ultra blindada Tonka Tomicic. Además, pulverizó el mito de
que el público del género urbano es intolerante y que si te toca actuar antes
de ellos estás frito. A pesar de que después de él venía Polimá Westcoast y
tenía a la “Generación Dorada Urbana” casi en pleno en la platea, los subió y
bajó del columpio sin contemplaciones, y se dio un festín con Marcianeke
(muerto de la risa en la platea) y Pailita (que según trascendió lo tomó mal).
Su cierre fue épico, con sus compinches del Club de la Comedia y Los Bunkers en
pleno apareciendo de manera sorpresiva. El segundo mejor show de este año. Al
igual que Xtina, la doble gaviota quedó corta. Con esto, Fabrizio Copano entra
con toda propiedad en la discusión por el título del “mejor comediante chileno
de todos los tiempos” junto con Coco Legrand, Stefan Kramer y Lucho Navarro.
Oficio, inteligencia, gran manejo de escenario y valentía. Un grande de verdad.
Polimá
Westcoast: Un show relevante más por su significado que por su
calidad. Más que el show de Polimá, fue la presentación en sociedad de la
“Generación Dorada Urbana”, que asistió en masa a bancarlo desde la galería, y
alguno de los cuales hicieron apariciones especiales, como Pablo Chill-E, Young
Cister y el enchuchado Pailita. Su puesta en escena fue mejor de lo esperado.
En cuanto a repertorio, fue más bien monotemático. Salvo el inicio con tambores
africanos y la parte de raíz andina con el discurso de Víctor Jara, el resto
fue puro perreo. Aunque había músicos en vivo, aquí claramente predominaron las
pistas y el autotune. Doble gaviota merecida y un hito histórico para el género
urbano en Chile. Los futuros festivales de Viña tendrán al menos un urbano
chileno en su show. Más allá de lo que se piense de ellos y de su música, se la
han ganado de sobra.
Notas
aparte: 1) La situación complicada del inicio del show de Fabrizio
Copano pudo y debió ser anticipada. Si se sabía que Xtina tenía el show
cronometrado y se iba a ir después de su show, pudieron planificar ese momento
para calmar al monstruo y facilitarle la vida a Fabrizio. Esa circunstancia
habría sido lapidaria para cualquier otro comediante sin su oficio. 2) A pesar
de lo anterior, esta fue por masacre la mejor jornada de esta edición, y una de
las más memorables de la historia del evento.
Jornada 6 (Viernes 24): La jornada Winnie The Pooh.
Conductores:
Noche tranquila. Su manejo en el show de Laila Roth demostraron que aprendieron
de lo sucedido con Belén Mora.
Camilo:
Notable puesta en escena, muy buenos músicos, y un intérprete descalzo y
vestido como profesor de yoga. Camilo maneja al dedillo todos los códigos de la
música comercial: canta razonablemente afinado, es carismático y encantador, la
pareja que hace con Eva Luna no puede ser más amorosa y adorable, y tiene una
identificación plena con su “tribu”. Que gente que no lo conoce o incluso lo
desprecia se conozca todas sus canciones habla de un artista efectivo, una
máquina de hacer hits. Son canciones agradables, buenrrolleras, ideales para
fogata playera o para escucharlas acostado en una hamaca, que enganchan con el
público. El yerno de Montaner es el Diego Torres del género urbano. Su reggaetón
es el que podría escucharse en la Radio Armonía, el que los padres preferirían
que sus hijos escucharan en vez de a Marcianeke: domesticado al extremo, de
bajo octanaje, light, bajo en calorías, descafeinado y sin sellos. Camilo es un
producto musical comercial muy bien diseñado, que se subió al carro del género
urbano pero quitándole todo lo “tóxico” y “políticamente incorrecto” Merecida
doble gaviota.
Laila
Roth: Partió como avión, haciendo gala de simpatía, ingenio y honestidad,
y evidenciando que se había documentado sobre Chile. Sin embargo, se mostró muy
estática, nunca pudo soltarse, y poco a poco se fue diluyendo y enredando, contagiando
a todos con su inseguridad y ansiedad. Se la devoraron los nervios antes que pudiera
hacerlo el Monstruo. Fue como ese compañero de colegio mateo, simpático, tierno
y preparado, pero inseguro a rabiar. Una cosa es la humildad, y otra muy
distinta es la falta de personalidad y de capacidad para imponer condiciones.
Le faltó “malicia”, Only Fans, baile del caño. Claramente es una comediante más
para bares y escenarios cerrados que para shows masivos. Tuvo la fortuna de actuar
ante un Monstruo ultra domesticado y ultra paciente. Si le hubiera tocado en la
tercera o en la quinta jornada, se la devoran en 5 minutos. En una época de
mujeres empoderadas, Laila claramente desentonó. Al menos fue lo suficientemente
clever para darse cuenta que la cosa no daba para más y optó por irse con la
Gaviota de Plata y sin bis. Si querían traer un exponente del stand up
argentino, había opciones mejores como Malena Pichot o Ezequiel Campa, que
tienen más cancha y desplante.
Nicki
Nicole: Nicki me pareció la más "de verdad" de las
artistas teen que se presentaron en el Festival. Por algo tiene un Tiny Desk en
el cuerpo (Karol G también tiene uno). Casi cero autotune, casi cero pistas de
apoyo. Concierto de verdad, con músicos de verdad. Canta muy bien, es simpática
y humilde y tiene letras que salen de la media del género urbano. Se llenó de
colaboradores de la “Generación Dorada Urbana” chilena: Young Cister, Standly y
Cris MJ. Ver a la gran Juanita Parra vacilando con todo la versión de
"Todos Juntos" en clave de cumbia villera fue un momentazo. Si
hubiera cantado “Pensamos”, aunque sea con la parte de Mon Laferte en pantalla,
la rompe. Merecida doble gaviota y memorable cierre para este evento.
Notas
aparte: Esta fue la noche “Winnie The Poo”. Puros artistas
tiernuchos, y un Monstruo por las mismas.
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