El Festival del Despelote: la renuncia de Yerko Puchento y el choque generacional en ciernes

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La sorpresiva baja de Yerko Puchento es el punto culminante de un Festival de Viña marcado por un comité organizador lento y errático para reaccionar a los imponderables y una parrilla desequilibrada que expone al evento (y a la TV abierta) a un choque generacional importante.

Yerko Puchento, el mítico personaje de Daniel Alcaíno, marcó una época en la TV abierta, transformándose en la caricatura máxima de la era farandulera. Sin embargo, su esperado show en el próximo Festival de Viña era una absoluta incógnita, más aún después de su mal paso en el Festival de Puente Alto. Yerko llegaba siete años tarde a la Quinta Vergara. Si hubiera venido en su época peak, cuando era el alma de "Vértigo", hubiera sido un golazo. Ahora es una figura televisiva añeja y en baja, cuya última participación televisiva, el programa "Pecados Digitales" de Mega, fue un fiasco. 

Los pronósticos apuntaban a que estaba entre salvarse a duras penas como Ernesto Belloni el 2020, o fracasar como el dúo Salomón y Tutu Tutu el 2008.

Nunca sabremos que habría pasado. Estaba programado para la jornada del lunes 20 de febrero, después de la banda mexicana “Maná” y con un artista a confirmar en el cierre. Aparecía como razonable que Yerko actuara después de “los U2 de habla hispana”. Sin embargo, una secuencia de desafortunados acontecimientos (que el twittero @avecessoyfunny llamó asertivamente el "efecto Mariposa Traicionera") lo obligó a bajarse: los mexicanos desistieron de participar “por motivos de salud de su vocalista”; para completar la parrilla, el comité organizador asignó a esa jornada a Tini Stoessel y Emilia Mernes, dos jóvenes argentinas exponentes del género urbano y cuyo público es claramente adolescente. Esto le complicaba seriamente el escenario a Yerko, cuyas rutinas van enfocadas a un público adulto joven o derechamente adulto, y que venía de la traumática experiencia de Puente Alto de ser pifiado por el fandom del urbano Cris MJ. 

Por todo esto, el comediante solicitó que lo cambiaran a la jornada siguiente, junto con Alejandro Fernández y Los Jaivas, pero no se pudo por la resistencia de Belén Mora, que de forma muy comprensible no quiso renunciar al privilegio de enfrentar al Monstruo sin anteceder a un artista urbano. Al verse expuesto a un escenario de altísimo riesgo, distinto al que le habían comprometido al momento de contratarlo, Alcaíno y su equipo optaron por bajarse.

Así, Yerko Puchento se transforma en el primer artista devorado por el Monstruo de la Quinta Vergara antes de subirse al escenario. Paradójicamente, el ícono máximo de la irreverencia, que no dejaba títere con cabeza y que causó escozor durante años incluso entre algunos poderosos, se bajó por temor a ser engullido por una galería conformada por el fandom de dos artistas urbanas centennials argentinas.

La problemática de la incompatibilidad de las rutinas humoristas con artistas urbanos centennials es muy reciente. Recién apareció con los shows fallidos de Yerko en Puente Alto y Pablo Zúñiga en el Festival de Las Condes pifiado por fandom de Pailita. Ni siquiera el notable éxito de Luis Slimming en Olmué actuando antes de Young Cister y después de La Combo Tortuga ha evitado que se instale la idea de "si me toca antes de un artista urbano centennial, corro peligro inminente de ser pifiado".

La caída de Maná y las disponibilidades de los artistas llevaron a una parrilla de artistas sumamente cargada al género urbano y a un público centennial, donde CINCO DE LAS SEIS JORNADAS las cierra un urbano centennial. Esto, a pocos días del inicio del evento, con poco tiempo para ajustar las rutinas. De golpe y porrazo, los comediantes contratados se encontraron ante el desafío de hacer reír a nuevas generaciones que no manejan los mismos códigos humorísticos de las anteriores, y que parecen tener poca paciencia con los artistas que anteceden a sus ídolos. 

Y en ese desafío incluso los exponentes del stand up corren serio riesgo. Si van a pensar en un reemplazo para Yerko, ¿Qué comediante podría tener una rutina razonablemente compatible con el público de Tini y Emilia, que se atreva a actuar ese día, y que tenga un show preparado para Viña en una semana más? Lo veo difícil

¿Alcaíno estaba en su derecho de bajarse? Creo que sí. Hubo un claro incumplimiento de parte del comité organizador. Se habían comprometido a programarlo en una jornada con un público compatible con su rutina, y lo terminaron mandando al matadero, a un Circo Romano centennial. Existe suficiente experiencia respecto a la necesidad de que las jornadas festivaleras estén conformadas por artistas de públicos razonablemente compatibles.

Este comité organizador ha pecado de lentitud. Se demoró en contratar a los artistas, y ante el apuro terminaron generando quizás la parrilla festivalera más desequilibrada de la historia del evento, con 2/3 de números musicales cargados al género urbano para adolescentes, dejando de lado al resto del público. Una parrilla ciertamente coherente con el dominio incontrarrestable del género urbano en el panorama actual de la industria musical (el line up del Festival de Villa María en Argentina anda por las mismas), pero peligrosa e inadecuada para un evento históricamente transversal y que se transmite por TV abierta.

¿Tenían que incluir artistas urbanos? Obviamente que sí. Nos guste o no, son los que “la llevan” en el mundo de la música, y hubiera sido un despropósito cerrarles las puertas de la Quinta Vergara. Pero ocho de doce artistas tocando la misma tecla me parece una mala idea.

Este Festival de Viña puede marcar un antes y un después para la TV abierta chilena. Hay un brutal choque generacional en ciernes. Debido a esta desequilibrada parrilla de artistas, por primera vez en su historia se verá obligada a hacer TV masiva para un segmento etario (centennial) que no la consume, y que la considera una reliquia.

La TV abierta actual está dirigida y enfocada a gente de entre 40 y 60 años, que fueron niños y adolescentes en la década de los 80 del siglo XX; que excluye a la tercera edad a pesar de ser su público más fiel; recién le están dando acceso a algunos millenials y no tiene la menor idea de los centennials. ¿Los actuales ejecutivos conocerán a este público? ¿Existe gente que pueda leerlos bien? ¿Conocen su sentido del humor?

Tarde o temprano, la industria de la TV abierta no podrá seguir sosteniéndose con la Generación X y anteriores. Van a tener que ampliar su target y aprender a manejarse con las nuevas generaciones, porque son su público futuro.

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