A propósito de la falsa muerte de José Luis Perales: la falta de rigor de los medios y la necesidad de pensamiento crítico

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Lo sucedido a propósito de la desmentida muerte del reconocido cantautor español lleva a reflexionar acerca de la responsabilidad de los medios de comunicación y la del mismo público respecto de la información que consume, en especial en tiempos donde resulta muy fácil darle apariencia de verdad a noticias falsas.

Una lamentable noticia. El lunes 07 de agosto pasado trascendió en redes sociales el supuesto fallecimiento de José Luis Perales a los 78 años por un infarto al miocardio. La noticia causó impacto, y algunos medios “serios” se hicieron eco de ello. Salieron las típicas notas de prensa, homenajes y memes del tipo “vuela alto”. Hasta Wikipedia consignó el hecho.

Se trata de un “clásico de clásicos”. Perales es uno de los nombres imprescindibles del cancionero popular de habla hispana del último cuarto del siglo XX. Muchos lo recuerdan por su carrera de intérprete de canciones inolvidables de su autoría: “Y Cómo Es Él”, “Y Tú Te Vas”, “Un Velero Llamado Libertad” (muy citada a propósito de esta noticia), etc. Sin embargo, antes de subir a los escenarios ya era un prolífico compositor que creó grandes canciones para artistas como Miguel Bosé (“Teorema”, “Morir de Amor”), Jeanette (“Porqué Te Vas”), Iván (“Te Quiero Tanto”) y Mocedades (“La Llamaban Loca”). Actuó en cuatro ediciones del Festival de Viña, siendo especialmente recordadas las de 1983 y 1984.

Al poco andar, se percibió un aroma a “fake news” en el ambiente. La falta de confirmación oficial de parte de su entorno cercano, la ausencia de información en sitios de medios españoles relevantes como los diarios El País y ABC y la Radio Televisión Española (RTVE), y la repentina desaparición de la noticia de los medios donde se había publicado hicieron sospechar que algo raro pasaba. En el caso de FOTECH, al no existir tales confirmaciones, junto con otros medios se pudo establecer un contacto con el representante de Perales en Latinoamérica, quien aclaró la situación.

Y no estaba muerto: Perales no andaba de parranda ni tomando caña. Estaba de vacaciones en Londres, cenando tranquilamente con su familia mientras sus fans en Latinoamérica lloraban su muerte. El propio cantautor español tuvo que grabar un video y subirlo a redes sociales para acreditar que estaba “más vivo que nunca”. Este hecho de alguna manera le viene muy bien, pues le permitió verificar en vida el gran respeto y admiración que existe hacia él y su obra. Además, podría tener un claro efecto positivo en cuanto al consumo de su material en Spotify y You Tube.

Un “epic fail” masivo. Muchos medios “serios” de Latinoamérica como Radio Mitre, Radio Bio-Bio, Radio Cooperativa, TV Azteca, Canal 13 de Chile, El Dínamo y The Clinic le dieron crédito a la noticia y la publicaron antes de tener una confirmación oficial, y con ello indujeron a error a mucha gente como yo que buscó verificar las noticias antes de ponerse a postear. En esta pasada, el afán de “golpear” con una primicia pudo más que el rigor periodístico. La Radio Bio-Bio tuvo que escribir la siguiente nota aclaratoria”Por error, BioBioChile dio a conocer brevemente en su portal esta falsa noticia, basado en la información que reportaron medios internacionales, en un hecho que escapó de nuestros estándares. Esto nos ha llevado a revisar procedimientos. Pedimos disculpas a nuestros usuarios.”

En tiempos de “fake news”, el rigor periodístico es más importante que nunca. Dada su influencia en la opinión pública, los medios de comunicación tienen que ser especialmente rigurosos con las informaciones que reciben, y no publicar nada hasta no tener una certeza razonable. Noticias como la muerte de Perales se están volviendo pan de cada día, y en asuntos mucho menos anecdóticos. Hemos visto montones de esas situaciones en el último tiempo, y algunas de ellas han sido creadas de manera intencionada y sistemática para lograr un efecto mediático.

Verosimilitud no implica realidad. Uno de los mayores temores que provoca el advenimiento de las Inteligencias Artificiales (IAs) es que con ellas resulta muy fácil inventar falsedades con apariencia sumamente verosímil. Este falso cover realizado con IAs de la canción “Barbie Girl” del grupo Acqua interpretado por Johnny Cash es una muestra de ello. En cualquier momento vamos a escuchar a Freddie Mercury haciendo una versión de “La Pirilacha”, y va a sonar muy creíble. Con ello, ya los audios y los videos dejaron de ser fuentes 100% confiables, pues primero hay que verificar que son auténticas y que no fueron creadas o alteradas por IAs.

La verosimilitud es condición necesaria pero no suficiente para creer una información. La noticia de la muerte de José Luis Perales resultaba más que verosímil: un hombre de 78 años fallecido por un infarto al miocardio. Lo sucedido es una muestra que la verosimilitud no basta, sino que apenas constituye un piso mínimo para tomar en serio una información. Si algo no resulta verosímil, no vale la pena ni detenerse en ello, y si aun así lo crees, significa que, o algo te falla en la cabeza, o tienes intereses creados en torno al asunto. Ahora, si pasa la prueba de la verosimilitud, igual hay que investigar hasta el final, verificar y analizar las fuentes, si hay IAs de por medio, contrastar con otras fuentes, etc.

Banderas rojas evidentes. Aparte de lo anterior, hay que tener presente a qué ideologías o intereses responden las fuentes de información. Estamos llenos de operadores políticos, propagandistas y lobistas disfrazados de académicos, investigadores, periodistas, líderes de opinión e influencers de redes sociales. Hay que tener cuidado con los “centros de estudios” ligados a partidos políticos, grupos ideológicos  o empresas; con los medios de comunicación o líderes de opinión con agenda ideológica evidente o encubierta; y con los “estudios” o “investigaciones” financiados por industrias incumbentes, como: una sobre los efectos del cigarrillo financiada por una empresa tabacalera; una sobre los efectos de determinado medicamento financiado por una empresa farmacéutica; o una sobre el efecto del consumo de azúcar financiado por una empresa de alimentos procesados. En todos esos casos, hay que desconfiar de entrada.

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