Adiós Enrique Maluenda. Réquiem para un “príncipe” de las comunicaciones

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La noticia de la muerte de Enrique Maluenda desató una oleada de hermosos recuerdos y gratitud en torno a la figura de uno de los más insignes próceres de las comunicaciones chilenas.

Enrique Maluenda fue uno de los pioneros de la televisión chilena. Partió en 1962 en Canal 13 con “De Fiesta con Los Flamingos”, pero al ver que no tenía lugar en el esquema marcadamente universitario de la entonces incipiente industria televisiva chilena, decidió emigrar al extranjero.

Exitoso a nivel continental. Maluenda destacó en la televisión peruana con “El Show de la Una” (posteriormente “El Hit de la Una”) en Panamericana Televisión (1964-1968) y que se transmitió a gran parte de Latinoamérica. Posteriormente trabajó en Canal 11 (la extinta Telecadena Pérez Perry) en Puerto Rico hasta su vuelta a Chile a inicios de los años 70 del siglo pasado.

La bestia negra de Don Francisco. A su retorno se hizo cargo de “Sábados en el 9”, programa del entonces canal de la U de Chile (ahora Chilevisión) cuyo objetivo fue competirle al ya entonces dominante “Sábados Gigantes”. Maluenda fue el único que logró derrotar en sintonía al programa de Don Francisco, al punto de que en un momento dado consideró seriamente aceptar un ofrecimiento de la TV de Costa Rica. Por suerte para Don Francis, a mediados de 1972 Maluenda se vuelve a radicar en Puerto Rico para conducir el “Súper Show Goya”, de nuevo en Canal 11. Sin su conductor original, “Sábados en el 9” se desinfló y “Sábados Gigantes” volvió a liderar su horario.

El recordado Dingolondango. En 1976 retorna a Chile para conducir el “Dingolondango”, programa a cargo del trío “Los Papparazis”: Eduardo Ravani (director), Fernando Alarcón y Jorge Pedreros (productores). En sus dos temporadas este programa dejó muchos momentos clásicos, como: la lograda versión andina de “Jesucristo Superstar”, con la participación de los tres “Papparazis” y Maitén Montenegro, que se puede considerar como un preámbulo del Jappening con Ja; y la actuación de los actores de Chespirito durante su visita a Chile.

El origen de la Teletón. El “Dingolondango” giraba en torno a donar dinero a instituciones de beneficencia. En una de sus ediciones, en apoyo a la entonces incipiente “Sociedad Pro Ayuda del Niño Lisiado” participó Don Francisco. En esa ocasión, Mario Kreutzberger conoció a Ernesto Rosenfeld, presidente de la Sociedad. El resto es historia conocida.

El mítico Festival de la Una. Entre 1978 e inicios de 1988, Maluenda condujo su programa más importante y querido: “El Festival de la Una”, una referencia de vida ineludible para la “Generación X”, para los que fuimos niños en los años 80. Un show semanal de mediodía donde había humor, concursos y números musicales. Un programa popular, que les dio muchos espacios a los artistas nacionales, pero por donde también pasaron grandes artistas internacionales como Armando Manzanero, Nicola Di Bari, Sandro, Daniela Romo y unos jovencísimos Chayanne y Luis Miguel.

Los recuerdos entrañables son incontables. Secciones como “Afírmese Usted Compadre” y “Su sueño por un día”; los sketchs humorísticos de Mino Valdés y compañía; los clásicos auspiciadores (Guitarras Tizona, Salsital, Salsa de Tomate Deyco, Ponchos Poncho Lindo, Órganos Bontempi, Betún y Ceras Virginia, Ollas Marmicoc, Calefonts Splendid, Jardineras Rocatec, Chancaca Deliciosa), y momentos míticos como el fallido y cuasi-trágico acto de escapismo del Mago Oli.

Un absurdo e injusto final. En 1988, a inicios de lo que sería su décima temporada, la dirección de TVN decidió acabar con el “Festival de la Una”, siendo reemplazado por el insulso "Mediodía en Chile" de Jorge Rencoret. La torpe siutiquería y clasismo de los entonces ejecutivos de TVN (militares que lo único que sabían de televisión era prender y apagar el televisor) llevó a que le bajaran incomprensiblemente la cortina al programa por considerarlo “rasca” y “picante”. Era el año del plebiscito de 1988, y en el canal estatal decidieron tirar la casa por la ventana para apuntalar las opciones del gobierno en dicha elección, y para ello, aparte de “subirle el pelo” a la programación del mediodía, gastaron dinero a destajo, se trajeron a César Antonio Santis para conducir el noticiero central y para competirle a Don Francisco con “Porque Hoy es Sábado” junto a la entonces reciente Miss Universo Cecilia Bolocco. Uno de los mayores fiascos de la historia de la televisión chilena, que dañó irremediablemente la carrera de César Antonio Santis, dejó a TVN endeudado y desprestigiado y acabó injustamente con el querido “Festival de la Una”.

Maluenda y el “Festival de la Una” se salvaron del naufragio. Irónicamente, ese abrupto final salvó a Maluenda y su programa de quedar asociados para la posteridad a la opción "Si" para el plebiscito de 1988. Paradójico, pues Maluenda fue ideológicamente de derecha, apoyó explícitamente al “Si” y posteriormente fue militante de la UDI por un corto tiempo. Si el programa hubiera tenido décima temporada, habría sido una punta de lanza comunicacional importante para el apoyo a Pinochet, pero su recuerdo habría quedado contaminado por las circunstancias políticas del momento, por lo que el cariño entrañable y transversal que tiene ahora habría sido mucho menor.

Post-Festival de la Una y final de su carrera. Una vez fuera de TVN, Maluenda trabajó en Radio Nacional. En 1992 y 1993 retornó a Panamericana TV en Perú con “El Baúl de la Felicidad”, y en la segunda mitad de la última década del siglo XX condujo los sorteos del Kino de la Lotería de Concepción, primero en La Red y luego en Mega, hasta su retiro voluntario de la TV en el 2000. Luego de eso, se dedicó a eventos privados con su productora, muchos de ellos relacionados con la nostalgia del Festival de la Una.

Maluenda fue parte de la “escuela” de Raúl Matas y Patricio Bañados. Señores del micrófono, de muy buena percha, voz de locutor, pronunciación perfecta, educados, caballeros, de modales perfectos, muy bien vestidos y de trato amable tanto dentro como fuera de pantalla. A diferencia de Bañados (que era derechamente de élite), y de Matas (más ligado al show business de alto perfil), Maluenda tenía “calle”, un link directo con lo popular. Era cercano con el público, en especial con la tercera edad con quienes tenía una predilección especial. Fue admirador del folklore chileno, y tenía el sueño (no cumplido) de hacer un programa de TV dedicado a su difusión. Ese carácter “popular”, sumado a detalles como esos trajes coloridos que se trajo de Puerto Rico y que lució en los primeros tiempos de la TV a color, llevó a que lo motejaran injustamente de “rasca” y “picante”.

Si tuviéramos que hacer el “top ten” de rostros más relevantes de la historia de la TV chilena, Maluenda tendría de todas maneras un lugar. Triunfó ampliamente fuera de Chile, y participó en tres programas que dejaron legado y marcaron época. El “Príncipe” fue todo un Rey en la pantalla. El apodo de “El Caballero de la Televisión de América” es más que merecido.

Maluenda se merece un funeral vikingocon todos los honores y el reconocimiento de un país al que representó con excelencia en el extranjero y al que entretuvo de forma sana en una época oscura de nuestra historia. Además, de acuerdo a los testimonios casi unánimes de sus colegas, una gran persona, mérito no menor en un mundo tan competitivo y sobrecargado de envidias, intrigas y egos hipersensibles como el del espectáculo. 

El gran show de la eternidad tiene ahora un conductor de lujo. Allá arriba ya se está juntando con Pedreros y Ravani para organizar los detalles.

Que en paz descanses, “Príncipe”. Gracias por todo.

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