Don Vito vs La Doble P. La “cabeza de caballo” de Alberto Mayol a Peso Pluma.

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El sociólogo generó una interesante controversia en torno a la presencia del máximo exponente de los “corridos tumbados” en el próximo Festival de Viña. El tema es sumamente complejo, y tiene muchas aristas e implicaciones importantes.

A veces hay que escuchar la voz del narco. Esta referencia a la mítica frase del “Puma” Rodríguez, inicia la asertiva provocación intelectual que Alberto Mayol realizó en el sitio Web de la Radio Bio-Bio el lunes 8 de enero pasado. El (todavía) académico de la USACH, ex precandidato presidencial y fundador de “La Cosa Nostra” cuestionó severamente la presencia en el próximo Festival de Viña del artista urbano mexicano Hassan Emilio Kabande Laija, mejor conocido como “Peso Pluma”, a quien se le acusa de hacer una descarada apología de la cultura narco en algunos de sus populares “corridos tumbados” como “El Gavilán”, “Siempre Pendientes”, “Las Morras” y “PRC”, en donde se haría apología al estilo de vida narco-delictual y se le rendiría pleitesía a gente como el “Chapo” Guzmán. El concejal de Viña del Mar René Lues, en una performance con mucho aroma a oportunismo electoral (aspira a quitarle el puesto a Macarena Ripamonti en las elecciones municipales de finales de este año) rasgó vestiduras y exigió que se le cancelara el contrato a “Peso Pluma”; el flamante presidente de TVN Francisco Vidal declaró estar analizando seriamente la idea. Sin embargo, dos días después TVN declaró que no había intervenido en la contratación de los artistas, y finalmente el Comité Organizador del evento confirmó la presencia de “La Doble P” en la jornada del viernes 1 de marzo.

Premio “Don Vito” para Mayol. Más allá de la postura que uno tenga respecto del tema, lo que desató Mayol con su artículo fue simplemente maravilloso. Si alguien se pregunta “¿para qué sirven, para qué son útiles los intelectuales?”, la respuesta es: “para hacer lo de Mayol en esta pasada”. Hizo lo que le corresponde a un intelectual de tomo y lomo: transformarse en un tábano (mosquito) que aguijonee a la opinión pública, poner temas sobre la mesa, provocar a la sociedad y obligarla a salir de su zona de confort, cuestionarse y profundizar. Desde ese punto de vista, Mayol la hizo, más aún considerando que la polémica ha repercutido en otros páises, incluyendo el propio México.

Uno de los platos fuertes del evento. Hasta antes del artículo de Mayol, no solamente no había cuestionamientos respecto a “la doble P”, sino que se aplaudía que uno de los artistas del momento a nivel mundial enfrentara al monstruo y nadie hacía mayores cuestionamientos de sus líricas a pesar de que las polémicas de sus supuestas relaciones con el narco son más que conocidas, incluso por el público adolescente y hasta infantil.

La propuesta musical de Peso Pluma resulta más que interesante. Es uno de los principales exponentes de los “corridos tumbados” o “corridos bélicos”, una atractiva mezcla entre la música regional mexicana y elementos del género urbano como el trap y el reggaetón. Realizó una colaboración con Bizarrap; ha superado en Spotify a Karol G y Bad Bunny, ha aparecido en la TV estadounidense y ha sido invitado, nominado y galardonado en diversas entregas de premios de la industria musical, y no solo a nivel latino. Artísticamente hablando, discrepo profundamente del ninguneo con tufillo clasista que le hizo Mayol. Pondría a Peso Pluma muchos escalones por encima de Bad Bunny y de muchos otros artistas urbanos. Es guitarrista, canta razonablemente bien, compone sus propios temas y además suele tocar en vivo sin usar pistas grabadas, algo no menor dentro del género.  Desde el punto de vista de calidad y relevancia artística, su llegada al Festival resulta indiscutible. Es lo que muchos le pedimos al comité organizador: traer artistas que estén “en la cresta de la ola”, y “La Doble P” cumple eso de sobra y con honores.

El peor momento posible para ponerse a jugar al pistolero. No es primera vez que se plantean las dificultades de llevar artistas urbanos al Festival de Viña. Lo que se le cuestiona a Peso Pluma es, en esencia, lo mismo que se les cuestiona a exponentes nacionales como Marcianeke, Pablo Chill-E, El Jordan23 y Cris MJ. Estamos en un momento de alta sensibilidad con el tema de la seguridad ciudadana, el aumento de la delincuencia y el combate al crimen organizado, y más encima en los mismos días en que salió el artículo de Mayol, Ecuador entró en una situación de colapso de seguridad pública con líderes de banda fugados y delincuentes tomando universidades y canales de televisión.

El gran problema es que el Estado está involucrado…. En su artículo, Mayol no habla de prohibir o censurar a Peso Pluma ni a ningún artista urbano. El meollo de su crítica es que se le contrate para actuar en un evento cuyo dueño es un municipio, es decir una entidad pública; y que sea transmitido por el canal del Estado (TVN). En otras palabras, si Peso Pluma actúa en el Festival, el Estado estará poniendo a su disposición infraestructura y recursos públicos para amplificar su polémico mensaje. Aquí creo que Mayol tiene un punto importante. El problema no es que Peso Pluma actúe en Chile ni que su música se difunda en el país. De hecho, salvo que seas China, Corea del Norte o algún país dominado por el fundamentalismo islámico, eso resulta imposible de evitar. Si lo hiciera en un evento producido y transmitido por privados (Lollapalooza, Primavera Fauna o similar), no habría problemas. La complicación es que se haga usando medios y recursos estatales. Si quieres combatir la cultura narco-delictual, no puedes permitir que se haga apología de ella con auspicio estatal. Esto me recuerda cuando la banda mexicana Café Tacuba dejó de cantar “La Ingrata”, la canción que los puso en la escena musical, por no ser compatible con su postura contraria a la violencia de género.

…pero ¿estará tan involucrado? Al respecto, la periodista Javiera Tapia puso un punto importante sobre la mesa. Aunque TVN y el municipio aparecen como “dueños” del evento en conjunto con Canal 13, en los hechos la conformación de la parrilla la hace la productora privada Bizarro, que evidentemente actúa con lógicas comerciales, buscando maximizar el atractivo del evento. En otras palabras, el Estado pone solamente la casa. Ni siquiera pone dinero. No hay un solo peso público invertido en esto. El que organiza el carrete es un privado, y bajo criterios comerciales. Y, en ese sentido, la contratación de Peso Pluma es un acierto total, pues es un número fuerte, atractivo y de indiscutible vigencia.

Nuevamente el tema del “dilema” de TVNAquí se aprecia la “camisa de fuerza editorial” del canal público del que hablé en un artículo anterior. Desde el punto de vista de la “misión” de la TV del Estado, Peso Pluma en el Festival de Viña resulta inconveniente y confuso; sin embargo, desde el punto de vista de la industria televisiva, ver a “La Doble P” enfrentando al Monstruo es una jugada maestra. ¿Le convendrá a TVN involucrarse en el Festival a futuro si va a tener que enfrentar estos dilemas difíciles?

La aparente paradoja de Mayol. Alberto Mayol lleva años ganando presencia mediática elevando como paradigma máximo del ejercicio del poder a Vito Corleone, líder de una familia mafiosa ficticia que no se caracteriza precisamente por su apego al “fair play”. Uno de los primeros cuestionamientos que se le hizo en redes sociales es la aparente inconsecuencia entre su rechazo a que un “apologista de la mafia narco” actúe en el Festival de Viña, siendo que él mismo lleva años haciendo seminarios, podcast, entrevistas y hasta libros donde se haría “apología” de la mafia italiana como modelo de gestión de poder.

El suscrito es parte de la membresía de “La Cosa Nostra”. Me leí la novela de Mario Puzo y el libro de las “50 Leyes del Poder en El Padrino” escrito por Mayol; vi la saga cinematográfica completa; he asistido a casi todos los seminarios; y a la fecha no se me ha pasado por la mente enviar cabezas de caballo ni pescados envueltos en diarios; ni mandar a acribillar a mis enemigos en un peaje; ni armar una mafia de tipos con terno, corbata y sombrero al estilo de las de Nueva York en la época de la prohibición. Una cosa es tomar el imaginario de la saga cinematográfica de “El Padrino” como punto de referencia para analizar el fenómeno del poder de manera muy similar a la de Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe”, y otra cosa muy distinta es decir que Vito Corleone y sus familiares son “bacanes”, “gente cool” y “modelos deseables a seguir”. Eso último jamás lo he visto en el tiempo que llevo ahí.

No sería primera vez. Existe un claro precedente de número musical relacionado con el narco en el Festival de Viña: el monumental fiasco de Los Tigres del Norte, los llamados "reyes del narco-corrido", en el 2006. No recuerdo mayores cuestionamientos respecto a este tema hacia los intérpretes de “Jefe de Jefes” en ese momento. Si hilamos fino, podríamos cuestionar la presencia del insigne salsero Willie Colón, de accidentado paso por Viña en 1994, cuyo repertorio está lleno de referencias a los “bajos fondos” en canciones como “Calle Luna, Calle Sol” y “Pedro Navaja”. Ni hablar de los diversos próceres del género urbano que enfrentaron al Monstruo sin ser mayormente cuestionados. Por otra parte, tampoco sería la primera vez que un artista contratado para el Festival es bajado por situaciones polémicas. Sucedió con la también mexicana Lucero el 2014, que fue bajada por la aparición de fotos suyas con sus hijos cazando animales, algo mil veces menos grave que lo de “La Doble P”.

Esto puede traerle complicaciones a futuro al Festival. Y no me refiero lo que pudo ser la “caída” de Peso Pluma y sus implicancias legales y contractuales. Si llevamos al extremo la lógica de Mayol, una parte importante de los artistas urbanos, en particular aquellos que en su performance artística coquetean con la “cultura narco-delictual”, estarían prohibidos no solamente en el Festival de Viña, sino que en cualquier evento auspiciado por municipalidades u otras entidades públicas (como Olmué, Las Condes o Talca), que se desarrollen en recintos públicos (como la Quinta Vergara, el Patagual o el Estadio Nacional), y sus shows no podrían ser emitidos por TVN. O sea, los siguientes artistas quedarían vetados: Marcianeke, Cris MJ, Pablo Chill-E, El Jordan 23, L-Gante, Tokischa, y cualquier otro de similares características. Muchos de los artistas citados son fenómenos mediáticos importantes a nivel nacional y mundial, llenan estadios, actúan en eventos masivos y de resonancia mundial y colaboran con otros grandes artistas.

Nos guste o no, el género urbano domina sin contrapeso la escena musical en Latinoamérica y tiene un inmenso arrastre. Si algo dejó claro la edición del 2022 es que Viña no puede prescindir del género urbano para mantenerse vigente y relevante. Al igual que sucedió con los primeros ídolos del rock and roll, su importancia es demasiado grande como para hacerse el gil con ellos, y tarde o temprano tendrás que llevarlos, aunque no te gusten.

Si extendiéramos esta lógica a otros géneros y épocas, hubieran estado vetados Guns N’ Roses, Iron Maiden (no pocos se acordaron de la funa con tintes de censura que recibió esta insigne banda metalera británica a inicios de los años 90 de parte del extinto Cardenal Jorge Medina por sus mensajes “diabólicos”), Queen (vetados en los 80 por las esposas de los miembros de la Junta de Gobierno de entonces) y hasta los ñoños rematados de Bill Halley y sus Cometas (cuya canción “Rock Around The Clock” fue parte de la banda sonora de “Semilla de Maldad”, película que retrata la delincuencia juvenil durante los comienzos del Rock and Roll). Si hipotéticamente hubiera sido posible traerlo al Festival de Viña, ¿alguien habría cuestionado la contratación de Frank Sinatra debido a su conocida relación con líderes mafiosos, retratada tangencialmente en “El Padrino” en el personaje de Johnny Fontane? Por otra parte, ¿se podrían emitir en TVN programas como “Urbanos”, el docu-reality conducido por María Luisa Godoy que retrató la vida de los ídolos urbanos chilenos?

Lo que fue escandaloso antes ya no lo es tanto ahora.
La banda sueca Europe ha venido dos veces al Festival de Viña. En su primera visita, en 1990, en pleno auge del “hair metal”, Joey Tempest y sus chicos causaron conmoción y hasta escándalo con su música estridente, sus peinados largos y su look y actitudes desenfadadas para la época. Volvieron 28 años después, en el 2018, ya en condición de “artistas del recuerdo” y no hubo ni un atisbo de escándalo. A inicios de los 90 Guns N’Roses era sinónimo de escándalos y provocaciones. Su primera vez en Chile fue sumamente historiada y polémica. Sin embargo, su reciente show en octubre de 2022 fue considerado “family friendly”, con familias completas asistiendo al evento. Los ya mencionados Iron Maiden pudieron actuar en Chile con toda tranquilidad años después de ser censurados por Jorge Medina. Hay circulando por las redes sociales un viejo recorte de diario donde el Premio Nacional de Artes Musicales Vicente Bianchi pedía ¡¡dejar fuera de la ley al rock and roll en Chile!! (a la fecha no he visto a nadie pidiendo que prohíban los ritmos urbanos). ¿A qué voy con esto? A que quizás Peso Pluma sea escandaloso y polémico ahora, pero es muy posible que en 20 o 30 años más no genere ningún cuestionamiento.

¿Hubiera valido la pena bajar a Peso Pluma? Más allá de lo simbólico, dudo honestamente que bajar a Peso Pluma del Festival hubiera tenido un efecto práctico relevante en el combate contra el narcotráfico y la resistencia a la cultura narco-delictual. Dudo que moviera la aguja más que las mediáticas destrucciones de mausoleos narcos del alcalde Rodolfo Carter. El natural de Zapopán tiene acceso a tribunas mucho más masivas y potentes que un evento musical veraniego televisado que no suele ser de interés para su público objetivo. Teniendo Youtube, Spotify y las redes sociales, Peso Pluma no necesita al Festival de Viña. Lo que sí, habría generado un precedente complicado en cuanto a libertad de expresión, pues abría la puerta a la posibilidad de vetar a cualquier artista por sus letras o por su propuesta artística, lo que instalaría en los hechos la censura artística a nivel masivo. Y eso sí que sería volver a los tiempos en que se vetaba a Iron Maiden por los reclamos de un obispo ultra conservador, y a Queen porque a un grupo de viejas siúticas con poder no le gustaba la performance de Freddy Mercury ni el corte de pelo de Brian May. 

No me imagino lo que será la Quinta Vergara y sus alrededores el viernes 01 de marzo a la noche. Se corre el riesgo en que se transforme en una "convención narco", con el monstruo luciendo armas y tirando fuegos artificiales a destajo. Ese día, además de "La Doble P", están contemplados el comediante Alex Ortiz y la artista ícono urbana teen argentina María Becerra. Aunque el fandom de Becerra puede ser compatible con el de Peso Pluma (dato no menor: es pareja de otra ícono teen, Nicki Nicole, la misma que cerró exitosamente Viña 2023) ¿Los padres de las fans de “La Nena de Argentina” quedarán tranquilos ante la idea que sus hijas se sienten cerca o al lado de potenciales exponentes de la cultura narco-delictual? ¿Qué estará pasando por la mente del otrora “Flaite Chileno” que actuará en Viña después de "La Doble P"? ¿Será el primer show de stand up donde el outfit del comediante incluirá casco militar y chaleco antibalas?

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