Coco Legrand: el discreto retiro de una leyenda viviente de la comedia.

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En una entrevista con Alfredo Lamadrid, el considerado por muchos como el mejor comediante de la historia de Chile, anunció su retiro definitivo de los escenarios a los 77 años de edad y luego de más de 60 años de carrera.

Un hito histórico. El jueves 13 de junio, en una conversación con Alfredo Lamadrid para su canal de Youtube “CadaDíaMejorTv”, Coco Legrand anunció su retiro definitivo de los escenarios. Lamadrid, histórico director de TV, fue uno de los grandes impulsores de la carrera de Legrand en sus inicios. En un gesto de agradecimiento cargado de simbolismos, Coco escogió al conductor de “Cada Día Mejor” para hacer pública esta fuerte decisión.

La salud lo obligó a parar. Coco Legrand sufrió importantes problemas de salud en estos últimos años. Ya se había visto obligado a dejar uno de sus grandes amores, las motocicletas, luego de un grave accidente de tránsito a inicios de octubre de 2021. A mediados de marzo de 2024, Legrand sufrió un severo ataque de vértigo que lo obligó a suspender las funciones del que terminó siendo su último espectáculo, "70 o sé tonto". Según le señaló a Lamadrid, este último episodio lo llevó a tomar su decisión.

No es cualquiera el que se retira. Deja los escenarios el que es considerado por muchos como el mejor comediante de la historia de Chile, el más relevante, el más importante. Si no es el primero, está en el podio con toda tranquilidad. De los actuales, el único que veo en condiciones de superarlo es a Stefan Kramer.

Coco Legrand trascendió largamente la comedia. Sus rutinas fueron auténticos análisis sociológicos profundos del Chile de su tiempo. Hizo crítica social en una época donde eso era inimaginable, y retrató como nadie la idiosincrasia del país. Además de reír, hizo reflexionar a su público. Quizás su momento cumbre fue su show en el Festival de Viña 2006, una de las rutinas de comedia más memorables de la historia del evento, que estaba basada en el libro “Viva La Diferencia” de Pilar Sordo, y que significó el impulso inicial de la carrera mediática de la psicóloga viñamarina.

El verdadero precursor del stand up en Chile. Coco Legrand hizo comedia stand up 25 años antes del auge de este género humorístico de origen estadounidense en Chile con la “SCA” de Vía X y el “Club de la Comedia”. Es un referente obvio para los actuales exponentes del género. Asesoró a Jorge Alís en sus comienzos, y apareció en un cameo en la presentación del show de Edo Caroe en el Festival de Viña 2016.

Su gran fuerte fueron sus espectáculos unipersonales. Coco Legrand es un gran ejemplo y modelo a seguir de emprendimiento y autogestión en la industria del espectáculo chileno. Armó su propia productora, tuvo su propio teatro, y tuvo control absoluto de su carrera y una libertad editorial difícil de lograr siendo empleado dependiente de los medios de comunicación tradicionales. Trajo al país los llamados “café concert”, que son espectáculos en recintos donde se consumen alimentos, como cafés, restaurantes o bares. Sus espectáculos son verdaderos clásicos de la comedia nacional: “Humor al contado”, “Ríase por la recesión o la fuerza”, “Tú te lamentas, de qué te lamentas”, “Con la camiseta puesta”, “No voten por mí”, “La década de un Coco”, “¿Qué se teje?”, “¡Al diablo con todo!”, “Hasta aquí nomás llegamos”, “Los Coquitos dicen”, “Terrícolas, Corruptos Pero Organizados” y “70 o sé tonto"

Una historia de amor y odio con Viña. Tuvo ires y venires con el Festival de Viña. Enfrentó por primera vez al Monstruo en 1972. Fue de nuevo en 1975 como invitado del show de Maitén Montenegro, y en 1977. En 1980 tuvo en un historiado y polémico show, donde fue abruptamente cortado pues tenían que dar paso a la actuación de Neil Sedaka, que por compromisos de tiempos de satélite tenía que actuar en ciertos horarios. El legendario cantautor estadounidense se comió una injusta pifia de un público que pedía a gritos el retorno del comediante, mientras Coco estaba retenido en los alrededores del escenario. Además, le negaron la Gaviota de Plata que el público pedía insistentemente. Eso suscitó la molestia de Legrand, quien en ese momento juró nunca más volver al “festival de los festivales”. Ese ostracismo voluntario terminó, a instancias de Gonzalo Bertrán, en la edición del año 2000, donde le dieron su Gaviota de Plata y fue completa y merecidamente reivindicado en el escenario más importante del país. Luego de ese hito, volvió dos veces más: el citado show del 2006 con la rutina basada en el libro de Pilar Sordo, y su última vez, abriendo la primera noche de la edición del Bicentenario, en el año 2010. Su cameo en la intro del show de Edo Caroe del 2016 fue su última aparición en el Festival.

También tuvo ires y venires con la TV abierta. Coco Legrand tuvo presencia frecuente, aunque inconstante en pantalla televisiva. Tuvo muchos programas, pero no fue un “rostro televisivo” propiamente tal. Como dijo en una de sus rutinas, les dio prioridad a sus espectáculos, e interactuó con los canales sin problemas, aunque evitando depender de ellos. Su debut a cargo de un programa de televisión fue con “Centralízate, gallo, en la alta tensión” (Canal 9, ahora Chilevisión, 1978-79). Muchos de sus programas fueron de comedia que giraban en torno a su persona: “De lo Bueno…Coco” (Megavisión, 1990), “Mi Coco Querido” (Canal 13, 2006), “El Dia del Coco” (TVN, 2008) y “45 Años de un Coco” (TVN, 2018). Además, participó en “Mediomundo” de Canal 13 a mediados de los 80; fue parte de la mejor época de “Maravillozoo” en Canal 13; condujo la primera temporada de “Por Fin es Lunes” en Canal 13 junto a Margot Kahl; y condujo “Ciudad Gótica” en TVN junto a Felipe Camiroaga y Carla Ballero.

También se desarrolló en el cine, teatro y en el mundo editorial. A inicios de los años 80 participó en tres películas de la mítica dupla cómica formada por Jorge Porcel y Alberto Olmedo: “A los cirujanos se les va la mano”, “Las mujeres son cosa de guapos” y “Abierto día y noche”. Posteriormente actuó en “Lokas”, de Gonzalo Justiniano y en “Héroes” de Fabrizio Copano, e hizo voces para “Cesante” y “Condorito, la Película”. Sacó dos libros: “Más Allá del Humor” (2002) y “Con el Coco en el Diván” (2006, en coautoría con Pilar Sordo). Además, participó en un montaje de ópera en el Teatro Municipal de Santiago, y en la obra teatral “Viejos de Mierda”, junto a Jaime Vadell y Tomás Vidiella.

Su paradero político es un misterio. Nunca se definió políticamente, y defendió explícitamente esa postura en sus shows. Dado su auge en la segunda mitad de los años 70 y en toda la década de los 80, y su participación en el infamemente mítico acto de Chacarillas de 1977 (un acto proselitista de la dictadura de Pinochet al más puro estilo de los eventos masivos de la Alemania Nazi), se podría pensar que está inclinado a la derecha. De ser esto cierto, no impidió que en los años 80 se atreviera a hacer humor político explícito en su café concert “No Voten por Mi” en la víspera del plebiscito de 1988; se atrevió a imitar a Pinochet en una época en que eso era sumamente arriesgado, e incluso subió al columpio al Almirante José Toribio Merino en su propia cara durante un show en vivo de su café concert “Con La Camiseta Puesta”

Merece ser homenajeado en vida. Con el respeto que me merecen Alfredo Lamadrid y “Cada Día Mejor”, considero que la despedida de Coco Legrand no puede quedar solamente en esa entrevista. Es para muchos el mejor comediante de la historia de Chile, y uno de los nombres más importantes de la historia del espectáculo chileno. Su inmenso legado, excepcional obra, logros y status de leyenda viviente de la comedia obligan a hacer bastante más que eso. Creo que el Festival de Viña le tiene que dar la Gaviota de Platino, de forma similar a Lucho Gatica, aunque ojalá se le pudieran dar en vida. Alguna vez postuló al Premio Nacional de Arte, y creo que podría ser un buen candidato.

Fue el artista al que más ocasiones he ido a ver actuar en vivo. Siempre me fui satisfecho de sus espectáculos, plenos de comedia de primer nivel, reflexiones profundas y de alto nivel profesional. Coco Legrand le subió el pelo al espectáculo chileno, y obligó a sus colegas a subir el nivel.

No la tuvo fácil. Aparte de las pellejerías propias del medio artístico, tuvo que lidiar con un fracaso matrimonial y la dolorosa muerte de uno de sus hijos por muerte súbita a mediados de los 80. Y, a pesar de todo, supo salir adelante. Se puede decir con toda justicia que le ganó a la vida, y merece pasar sus últimos años tranquilo, disfrutando junto a sus seres queridos.

No queda más que agradecerle de todo corazón por sus 60 años de risas y excelencia artística, y desearle lo mejor en lo que viene

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