Análisis informal del fenómeno Taylor Swift: Parte 2: el triunfo de la empatía y de la resiliencia

 

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En esta segunda entrega veremos quizás el mayor “superpoder” de Taylor Swift: su capacidad de sobreponerse a la adversidad, empatizar y lograr identificación con el público.

La industria musical históricamente suele ser dura con las mujeres, y hay varias que sufrieron mucho y hasta pagaron con su vida por causa de esto, como Tina Turner, Karen Carpenter, Cass Elliot y Ronnie Spector. Algunas otras, como Madonna y Rafaella Carrá tuvieron que hacerse fuertes y lidiar con un hate brutal, explícito o solapado sin perder la sonrisa ni el encanto. Por ello, se entiende que las divas actuales como Taylor Swift, Dua Lipa, Shakira, Rosalía o JLo insistan tanto con la idea de la “mujer empoderada”.

Taylor Swift es una "Dura de Matar".  Le ha tocado sufrir un bullying injusto, brutal e inaudito de parte de una banda de colegas multimillonarios con mentalidad de matones de colegio. El inefable Kanye West, “el Charly García de habla inglesa”, la ninguneó públicamente de forma muy grosera cuando agradecía el premio de Mejor Video Femenino del Año durante los premios MTV en 2009, y posteriormente entre West y su entonces esposa Kim Kardashian le hicieron una encerrona mediática muy fea y de mala clase. Ha sido permanente blanco de los medios de farándula por sus romances, y recién no más fue ninguneada por Dave Grohl, ex integrante de Nirvana y líder de los Foo Fighters, quien insinuó en un reciente concierto que Taylor no ejecutaba música en vivo.  Sintió el golpe, se tuvo que guardar un tiempo, restañó heridas, juntó fuerzas y volvió con todo. Ha sido capaz de salir adelante tapando bocas de la mejor manera en que lo puede hacer un artista: con hits, discazos, videos alucinantes y jugados, giras a tablero vuelto y colecciones de premios.

Lamentablemente, el bullying es una realidad con la que hay que aprender a lidiar, en especial si eres talentoso y te atreves a hacer propuestas nuevas e interesantes. Así como a Pelé, Messi, Maradona y a todos los grandes futbolistas suelen pegarles en la cancha para frenarlos, a los grandes artistas también les pasa eso en sus comienzos, incluso (y especialmente) a leyendas como Elvis Presley, The Beatles y Michael Jackson. Hay un documental acerca del "hate" que sufrió el grupo ABBA en su propio país en los albores de su fenómeno de parte de críticos musicales y un grupo de gente de mentalidad conservadora. Hasta artistas con imagen pública intachable como Juan Luis Guerra tiene "haters" en su país. Taylor Swift, con su vida y con su música, nos está dando una clase magistral sobre cómo hay que encarar el bullying: resistir el golpe y ver la manera de usarlo a tu favor.

Una maestra en el arte de hacer limonada con los limones que te caen del cielo. Taylor Swift se vio obligada a dejar su imagen inicial de “rubia buena” y se terminó transformando en una "cabrona", pero en el buen sentido. Aprendió a moverse en un ambiente infestado de tiburones. Obviamente sufrió, incluso se tuvo que guardar en algún momento, pero a la larga ha sido más cabrona que todos sus haters y los tiene de "caseros". Su video clip de "Look what you made me do" es una auténtica obra maestra audiovisual, y una verdadera colección de alusiones directas y solapadas a sus enemigos. Kim Kardashian la acusó de ser una “serpiente”, y aunque inicialmente acusó el golpe, se rehízo, y en ese video se apropió del concepto de la “serpiente” y lo transformó en una imagen icónica de su universo. Tal como dice en su canción “New Romantics”, construyó un castillo con todos los ladrillos que le arrojaron.

Su vulnerabilidad es su mayor carta de triunfo. Como casi todos en este planeta, Taylor es una persona con cierto nivel de vulnerabilidad, con cabos sueltos que le quedaron de su infancia, con temas pendientes de salud mental, necesitada de cariño, que busca que la quieran y a la que le duelen las críticas. A diferencia de otros artistas como los urbanos que hacen alardes y se muestran “bacanes” e “invencibles”, Taylor no esconde su lado más débil, sino que lo usa como insumo fundamental para su música. Tomó el bullying brutal e irracional que recibió, que a muchos otros los habría liquidado psicológicamente, y lo usó como punto de partida para sus creaciones artísticas. Sus canciones son un verdadero “diario de vida” donde cuenta lo que le sucede, habla de manera a veces críptica de sus relaciones pasadas, de sus polémicas, de sus inquietudes, de sus temores, de sus demonios, de sus problemas personales, que son los mismos de cualquier persona. Quizás por eso es que resuenan y empatizan con muchísima gente que se siente muy identificada con ella. 

 Cuando lo “personal” termina siendo “universal”. Este curioso y paradójico efecto no solamente sucede con Taylor Swift. Es cosa de analizar los repertorios de Adele, Amy Winehouse, Shakira, Mon Laferte y Residente. Muchas de sus mejores y más exitosas canciones son sumamente autorreferentes. Hablan sobre fuertes vivencias personales, y al cantarlas en vivo de alguna manera las reviven (como Mon Laferte llorando cuando interpreta “Tu Falta de Querer” o Residente interpretando su emocional tiradera “René”). Eso se trasunta al público, se percibe como algo “honesto” y “auténtico”.

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